Me pasa algo raro cada vez que llueve. Tengo la necesidad de ponerme a pensar en todo lo que implica estar vivo.
Creo que nadie se da cuenta de lo que es vivir. Existir. El hecho de que nos permitamos sentir, cuestionar, buscar respuestas, e ir detrás de sueños y esperanzas. Pero también, la posibilidad de crecer y aprender ante la imposibilidad, ante aquello que no podemos lograr fácilmente.
Todo está increíblemente diseñado y balanceado. La perfección, en la imperfección de cada una de nuestras vidas. Y eso, es lo que todavía no pudimos entender. Estamos vivos para probar, fallar y volver a intentar. Conocemos el bienestar, porque antes conocimos el malestar. Estamos alegres porque antes estuvimos tristes. Gozamos de los buenos momentos, porque sabemos que no duran para siempre.
Por eso, es muy necesario, casi vital, que nos demos cuenta de que la vida misma se construye de buenos y malos momentos, de alegrías y tristezas, de ilusiones y decepciones, de encuentros y desencuentros. El verdadero equilibrio de la existencia. El gran riesgo de estar vivo.
.

No hay comentarios:
Publicar un comentario