Nadie es eterno, eso lo sabemos todos, pero es imposible no desear ser eternos, y que ese momento, solo ese momento sea eterno. No podemos resistirnos ante la idea de idealizar. En menor o mayor medida buscamos siempre el ideal, el prototipo que más nos identifique. La forma en que nos sentimos parte de algo o alguien. Y a veces, eso no resulta como esperamos. Se rompen las expectativas.
Se cae en una decepción en donde solo nos preocupa, qué hubiese pasado si se nos hubiera dado la oportunidad de alcanzar la meta a donde queríamos llegar. Y cuando se llega a estas situaciones es cuando debemos dejar ir todos aquellos ideales. Hay que soltar todo aquello que creíamos que era para nosotros, pero que por diversas situaciones de la vida, no lo fue. Hay que despegarse de eso que tanto nos aferramos y empezar a mirar al mundo de diversas formas. Encontrar la variedad. Y explorar lo que sea más amoldable a nosotros, a nuestra personalidad. Solo se trata de buscar en la diversidad y de no quedarse con un solo punto de vista.

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