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jueves, 22 de mayo de 2014

Miedos que paralizan

"El miedo ha favorecido más el conocimiento general del ser humano que el amor, pues el miedo quiere adivinar quién es el otro, qué es lo que puede, qué es lo que quiere: equivocarse en eso constituiría un peligro y una desventaja. El amor, por el contrario, tiene un secreto impulso a ver en el otro la mayor cantidad posible de cosas bellas o a elevarlo lo mas alto posible: equivocarse a ese respecto seria para el amor un placer y una ventaja, y actúa de ese modo." Friedrich Nietzsche

El miedo. Ese frío que me recorre lentamente por cada parte del cuerpo al decir estoy bien, no pasa nada. Esa terrible sensación de no saber que hacer, de no saber para donde ir, de no saber que pensar. Todo empieza a mezclarse y ya no puedo creer en mis conclusiones con seguridad, ya no se que es lo mejor. Todo es confuso, y hasta lo que parecía tan firme, se desvanece. Reaparecen dudas, pensamientos, ideas. 
De pronto, lo que veía tan lejano se acerca, y cada vez mas. Mi instinto dice que tengo que escapar, como tantas otras veces lo hice. Pero, aunque parezca raro, por esta vez, no le voy a hacer caso a mi interior, no voy a dejar que me convierta en mi propia enemiga. Voy a enfrentar. Solo se trata de que no se note esta pequeña molestia en mi garganta, eso que se ve en mi cara, en como estoy. La angustia. Y de que? de todo aquello que no pudo ser, y de lo que fue y no quería que fuera. 
Me siento entrar en un túnel desconocido, en el que no estoy segura si quiero averiguar que hay en él. Explorar es la única opción para no quedarse con lo que podría haber sido. Eso lo sé. ¿Pero cómo hacer para manejar todas estas sensaciones que no tienen control?, ¿cómo hacer para dar primeros pasos con seguridad, cuando en mi cabeza habitan millones de pensamientos que solo aportan vértigo? Creo que se trata de transitar y procesar. Transitar los miedos y procesar aquello que nos asusta, eso que nos saca de la cotidianidad. Eso que no teníamos planeado y nos somete a enfrentarlo tarde o temprano. 



viernes, 9 de mayo de 2014

Despegarse, soltar

 Creo que todos alguna vez, o tal vez, varias veces tuvimos que soltar. Despegarse de eso que tanto nos aferramos, por capricho, por amor, por odio, por rencor o por cualquier otro sentimiento que justifique esa acción.
 Nadie es eterno, eso lo sabemos todos, pero es imposible no desear ser eternos, y que ese momento, solo ese momento sea eterno. No podemos resistirnos ante la idea de idealizar. En menor o mayor medida buscamos siempre el ideal, el prototipo que más nos identifique. La forma en que nos sentimos parte de algo o alguien. Y a veces, eso no resulta como esperamos. Se rompen las expectativas.
 Se cae en una decepción en donde solo nos preocupa, qué hubiese pasado si se nos hubiera dado la oportunidad de alcanzar la meta a donde queríamos llegar. Y cuando se llega a estas situaciones es cuando debemos dejar ir todos aquellos ideales. Hay que soltar todo aquello que creíamos que era para nosotros, pero que por diversas situaciones de la vida, no lo fue. Hay que despegarse de eso que tanto nos aferramos y empezar a mirar al mundo de diversas formas. Encontrar la variedad. Y explorar lo que sea más amoldable a nosotros, a nuestra personalidad. Solo se trata de buscar en la diversidad y de no quedarse con un solo punto de vista.

martes, 6 de mayo de 2014

Imposible no quererte

No hay manera que yo deje de quererte algún día. 
Más allá de estar juntos o no, mi cariño es un punto y aparte. Lograste hacerte querer. Y eso, asusta. Se siente un vértigo inexplicable, en donde no existen las palabras. Existen silencios que solo nosotros dos entendemos. Esa conexión espontánea que tenemos cada vez que nos miramos a los ojos. Ojos llenos de verdad, que no tratan de estorbar con ilusiones. Tiempo al tiempo. Pero siempre, un paso adelante. 
Admito que el futuro me da miedo. Pero si hay algo de lo que estoy segura, es que vas a pertenecer siempre en mi. 
Amar duele. Y amar mucho, duele aún más. Pero creo que vale la pena que duela un poco si se trata de vos. De como sos. Entero. Con defectos y virtudes. Con acuerdos y desacuerdos. Con peleas y enojos. Te quiero, porque eso no es lo importante. Te quiero porque gracias a vos conocí una parte de mi de la que no estaba enterada. Gracias a vos, se lo que es la ternura. Gracias a vos, se lo que es tener un gran amigo. Y porque por sobre todas las cosas, no existen tantos como vos en este mundo. Y por eso es que agradezco que te hayas cruzado en mi camino. 
Simplemente te quiero.


lunes, 5 de mayo de 2014

Mirar desde adentro

 Somos seres potentes. Llevamos dentro una increíble capacidad para sentir y demostrar eso que sentimos. Algunos más transparentes que otros, pero al fin y al cabo, hay sentimientos que se nos escapan de las manos.
 Soy de las personas que cree que demostrar lo que uno siente, cura el alma. Lo veo como un acto de voluntad, de coraje.
 Y aunque muchas veces seamos un poco fríos e introvertidos, tenemos que saber que en este mundo estamos de paso, y en el transcurso de ese tiempo nuestra misión es dejar algo en cada persona que nos rodea. Y no es precisamente algo material. Es lo que queda. Los recuerdos. Los momentos. Una simple frase. Algo con valor para el alma.

 Demostrar sentimientos es la única manera que tenemos los seres humanos para pertenecer en un lugar, rodeados de otras personas que, a su vez, nos demuestran su propia sensibilidad ante los estímulos de la vida. Ademas, es una de las características principales que nos diferencia de los diferentes seres que habitan la Tierra. 
 Por eso, es que pienso que somos seres potentes, con un gran poder dentro que todavía no pudimos develar. La fuerza para sentir de la que todavía no estamos enterados. El secreto de lo que habita dentro.


sábado, 3 de mayo de 2014

Sábado lluvioso

Lluvia.
 Me pasa algo raro cada vez que llueve. Tengo la necesidad de ponerme a pensar en todo lo que implica estar vivo.
 Creo que nadie se da cuenta de lo que es vivir. Existir. El hecho de que nos permitamos sentir, cuestionar, buscar respuestas, e ir detrás de sueños y esperanzas. Pero también, la posibilidad de crecer y aprender ante la imposibilidad, ante aquello que no podemos lograr fácilmente.
 Todo está increíblemente diseñado y balanceado. La perfección, en la imperfección de cada una de nuestras vidas. Y eso, es lo que todavía no pudimos entender. Estamos vivos para probar, fallar y volver a intentar. Conocemos el bienestar, porque antes conocimos el malestar. Estamos alegres porque antes estuvimos tristes. Gozamos de los buenos momentos, porque sabemos que no duran para siempre.
 Por eso, es muy necesario, casi vital, que nos demos cuenta de que la vida misma se construye de buenos y malos momentos, de alegrías y tristezas, de ilusiones y decepciones, de encuentros y desencuentros. El verdadero equilibrio de la existencia. El gran riesgo de estar vivo.






viernes, 2 de mayo de 2014

Dejar que el dolor nos traspase

Todos alguna vez, tuvimos que sufrir. Pero el hecho no es EL dolor, sino QUE hicimos para aliviarlo.
Para salir adelante hay que dejar que el dolor nos traspase. Nos perfore. Al dolor hay que asumirlo, hay que aceptarlo. 
En líneas generales, cuando una persona esta dolida, primero siente ese vacío indefinido, en donde la multitud es soledad, y de la única forma que uno se siente acompañado es fingiendo que se está bien, fingiendo que no hay ningún abismo delante de nuestros ojos, fingiendo que no se está derrumbado ni debilitado, en fin, fingiendo. 
Luego, todo se vuelve negativo y pesimista, donde nadie puede entender esa pequeña molestia en nuestra mente, que impide seguir adelante. Esa sensación de hundirse más y más en un pozo del cual no encontramos la luz para salir.
Y por último, tarde o temprano el ser humano, comienza a sentir que su dolor es una carga, simplemente algo que se lleva todos los días porque uno ya se habituó a convivir con la tristeza, entonces, se da cuenta de que el sufrimiento ya no es para él, y decide reinventarse, renacer, dejando que su vida de un giro rotundo generando una armonía entre el individuo y el dolor. La famosa "tregua". Donde todo lo vivido pasa a formar parte de una eterna cicatriz del alma.