"El miedo ha favorecido más el conocimiento general del ser humano que el amor, pues el miedo quiere adivinar quién es el otro, qué es lo que puede, qué es lo que quiere: equivocarse en eso constituiría un peligro y una desventaja. El amor, por el contrario, tiene un secreto impulso a ver en el otro la mayor cantidad posible de cosas bellas o a elevarlo lo mas alto posible: equivocarse a ese respecto seria para el amor un placer y una ventaja, y actúa de ese modo." Friedrich Nietzsche
El miedo. Ese frío que me recorre lentamente por cada parte del cuerpo al decir estoy bien, no pasa nada. Esa terrible sensación de no saber que hacer, de no saber para donde ir, de no saber que pensar. Todo empieza a mezclarse y ya no puedo creer en mis conclusiones con seguridad, ya no se que es lo mejor. Todo es confuso, y hasta lo que parecía tan firme, se desvanece. Reaparecen dudas, pensamientos, ideas.
De pronto, lo que veía tan lejano se acerca, y cada vez mas. Mi instinto dice que tengo que escapar, como tantas otras veces lo hice. Pero, aunque parezca raro, por esta vez, no le voy a hacer caso a mi interior, no voy a dejar que me convierta en mi propia enemiga. Voy a enfrentar. Solo se trata de que no se note esta pequeña molestia en mi garganta, eso que se ve en mi cara, en como estoy. La angustia. Y de que? de todo aquello que no pudo ser, y de lo que fue y no quería que fuera.
Me siento entrar en un túnel desconocido, en el que no estoy segura si quiero averiguar que hay en él. Explorar es la única opción para no quedarse con lo que podría haber sido. Eso lo sé. ¿Pero cómo hacer para manejar todas estas sensaciones que no tienen control?, ¿cómo hacer para dar primeros pasos con seguridad, cuando en mi cabeza habitan millones de pensamientos que solo aportan vértigo? Creo que se trata de transitar y procesar. Transitar los miedos y procesar aquello que nos asusta, eso que nos saca de la cotidianidad. Eso que no teníamos planeado y nos somete a enfrentarlo tarde o temprano.





