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sábado, 26 de julio de 2014

1:34 am

Son destellos. La felicidad se basa en pequeños momentos. A veces, duran una milésima de segundos, pero dejan huellas en nuestro interior muy difíciles de borrar. Son esos mínimos detalles que nos hacen sentir plenos. Yo los tomo como avisos de que vale la pena estar vivo, no por la espera de esos buenos momentos, sino por el trayecto hacia ellos. 
Deberíamos quedarnos con ese concepto, de que la felicidad no es algo por lo que hay que esperar, a la felicidad hay que salir a buscarla.
Por esto, nada debería impedirnos hacer lo que nos gusta. Nadie debería interferir en lo que pensamos o decimos. Después de todo, cada uno trata de buscarle la salida a este laberinto, como puede, como sabe, como le enseñaron. Porque la felicidad no tiene una medida universal. Cada uno sabe donde encontrar su plenitud. Y esto nos diferencia. Muchas veces genera discordia o asimetría. Pero la vida, también es eso. Es la falta de simetría entre unos y otros, que, a la vez nos complementa y genera más vida

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