Es lógico que llegue fin de año, y todos nos pongamos a hacer un balance de las cosas que nos pasaron en estos 365 días. Las cosas buenas y las no tan buenas.
Por eso, creo que la situación amerita a que yo haga el mio.
Este año, más que cualquier otra cosa aprendí demasiado. Aprendí que no se vive de rencores. Aprendí que donde le ponga esfuerzo, pasión y ganas siempre voy a salir ganando, aunque los resultados no sean del todo alentadores. Aprendí también que dar la posibilidad a escuchar lo que el otro tiene para decir, nos hace eternos, nos guarda un lugar en lo más alto de nosotros mismos. Aprendí a dejarme soñar y a no esperar tanto de mí misma, porque sería perder tiempo en algo que no vale la pena, quitandome la posibilidad de disfrutar el hoy, el ahora. Aprendí a no tener miedo de decir "te amo" por quien de verdad lo siento. Aprendí a hacerme más auténtica, más real. Aunque detesto fallar y cometer errores, creo que es lo único que nos mantiene vivos. El hecho de poner todo de nosotros para mejorarnos, para hacerle bien a los demás, para ser felices.
En estas fiestas deseo desde lo más profundo de mi ser que ames,
como me dijo una vez una persona que quiero mucho, que te rodees de personas grandes como vos, personas que te inspiren evolución, mejora y sabiduría, evitando siempre las zonas de confort, porque el hierro se afila con el hierro.
Felices fiestas.
